El mundo laboral se encuentra en un momento de gran incertidumbre que nos afecta a todos, pero hay un grupo etario al que se le ha hecho más difícil lidiar con el panorama económico y las exigencias de la vida profesional.
La llegada de la Generación Z al mundo del trabajo es una realidad. Los nacidos a finales de los 90 y principios de los 2000 están empezando a construir su camino laboral en medio de un panorama incierto y preocupante de cara al futuro.
De hecho, investigadores y expertos señalan que, en general, la Generación Z es el grupo etario más estresado por el lugar de trabajo, esto según la encuesta de Cigna International Health en la que participaron casi 12.000 trabajadores en todo el mundo.
"Los datos muestran que el estrés inmanejable afecta a casi una cuarta parte de los encuestados de la Generación Z (23%) y casi todos (98%) tienen síntomas de agotamiento", señala un artículo de BBC Worklife que gira en torno a la siguiente interrogante: ¿Por qué los trabajadores más jóvenes son los que tienen más problemas para lidiar con las exigencias de la vida profesional?
Sin duda, los últimos años se han caracterizado por la constante presencia de inestabilidad, inseguridad y agitación; todos son elementos que incrementaron los niveles de ansiedad social y aunque la pandemia ya parece cosa del pasado aún estamos lidiando con sus costos.
Estamos viviendo en permacrisis, término que se refiere un largo periodo de inestabilidad e inseguridad causado por eventos catastróficos.
Este fenómeno también permea el ámbito laboral, marcado actualmente por una ola de despidos y salarios que, en su mayoría, no permiten contrarrestar los efectos de la alta inflación.
Eliza Filby, investigadora generacional y asesora en gestión y contratación de personas de 20 años, afirma que el mundo del trabajo "se encuentra en un momento muy incierto y hay un enorme estrés sobre los despidos que nos afecta todos".
Y aunque las dificultades económicas están agravando los problemas en el lugar de trabajo, son los Gen Z quienes están luchando de manera más aguda con esta realidad.
Según datos de la consultora internacional McKinsey & Co, la Generación Z tiene más probabilidades que otros encuestados de informar que su salario no les permitía tener una "buena calidad de vida" en la economía actual (26% frente a 20%).
Asimismo, a este grupo se le hace más cuesta arriba ahorrar y alcanzar ciertos hitos esenciales que a otras generaciones, por ejemplo ser propietarios de una vivienda. De hecho, en Estados Unidos el 59% de las personas entre 18 y 24 años nunca esperan ser dueños de una casa.
Pero esta es una realidad que también tiene un componente emocional vinculado a cómo los jóvenes de la Generación Z entablan y construyen relaciones con sus pares.
Durante los últimos tres años muchos trabajadores se valieron de la flexibilidad del teletrabajo para cosechar beneficios, pero la exigencia de volver a las oficinas por parte de algunas empresas está generando ciertos inconvenientes.
"Tener que ir a una oficina, socializar y ser administrado se siente muy extraño para muchos jóvenes. Los aspectos sociales del trabajo siguen siendo intimidantes", detalló la antes mencionada Filby.
A su vez, la investigadora y asesora apunta que para los Gen Z también hay muchos signos de interrogación sobre las amistades laborales, el código de vestimenta de oficina y los límites profesionales.
"En general, esta combinación de factores estresantes ha llevado a una mala experiencia laboral. Los datos muestran que los trabajadores de la Generación Z reportan más luchas que la población en general con ambientes de trabajo hostiles, problemas de salud mental y física e incluso la incapacidad de compartir un mismo lugar de trabajo", explica la nota de BBC Worklife.
Para las empresas es crucial contar con talento joven, sobre todo para potenciar sus procesos de innovación.
La mentalidad de los Gen Z puede convertirse en un activo muy valioso y las organizaciones obtendrán ciertas ventajas en un mundo empresarial caracterizado por el constante cambio.
Que los jóvenes tengan una perspectiva negativa sobre su futuro y su bienestar, viéndose afectados por las implicancias del contexto económico e inflacionario, es una mala noticias para el mundo privado y su capacidad de adaptación a nuevos sistemas y tecnologías.
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